La victoria en Colombia de Juan Manuel Santos, el candidato de la derecha, plantea un interrogante que ni la campaña ni el resultado aclaran, aunque la victoria sobre Mockus ha sido aplastante: 69% frente a 27%. ¿Será el nuevo presidente un continuador de la política de su antecesor, Alvaro Uribe, o querrá marcar un perfil propio? Además de delfín del presidente saliente, Santos ha sido su ministro de Defensa y el principal ejecutor de muchas de las políticas uribistas, en particular la lucha contra la guerrilla de las FARC. Santos ha manifestado lealtad a su mentor, pero hereda un país muy distinto del que encontró Uribe hace ocho años. Hoy Colombia goza de buena salud económica, las grandes ciudades son más seguras y la guerrilla está desmoralizada. También llega a la presidencia en un clima político del que ha desaparecido la crispación generada por el propio Uribe con sus ansias de reelección. Estos elementos permiten pensar que Santos, político pragmático, querrá gobernar al menos con otro estilo. Quizá no forme el Gobierno de unidad nacional que había anunciado, pero el apoyo recibido por el expresidente César Gaviria y su Partido Liberal permiten pensar que habrá algún tipo de consenso. Sería injusto no reconocer el destacado papel que ha tenido Antanas Mockus, el candidato de los verdes. Este matemático y filósofo ha introducido en la campaña un componente de moralidad y de honestidad en el ejercicio de la gobernación que Santos no debería despreciar, por principio y por ser un mensaje que ha calado en una sociedad necesitada de legalidad.