WHwoy es un día de emociones inolvidables, en el que se desbordan sentimientos y se aplazan problemas. Hoy es el día en que el Bar§a se cita con la gloria en París. Una jornada para que el dream team-2 pase a la historia, para que el equipo que galvaniza Ronaldinho se consagre como lo hizo el de Cruyff. Pero el fútbol es también la posibilidad de comunicarse con algún ciudadano del mundo pronunciando un nombre de un equipo o de un jugador. El fútbol es hoy el mayor vehículo de comunicación. Por eso, la final de Saint-Denis, como la Amsterdam o Glasgow del Real Madrid, es más que un partido entre dos grandes conjuntos.

Quienes acudan hoy a esta final deberían certificar que un gran encuentro de fútbol no es ninguna guerra, que es compatible la normalidad, con la fiesta y que el fair play no depende del resultado, sino de cómo se entiende la existencia. Con demasiada frecuencia, el fútbol sirve de vehículo a las más bajas pulsiones. Esta noche, es una vía para ahuyentar los fantasmas del racismo y del desprecio primitivo que anidan en los estadios. El fútbol, que a menudo es dinero, exceso, lujo y violencia, se ha convertido en una gran herramienta de relación entre los pueblos, y la final de la Champions debe reflejarlo.