Cuando una economía funciona bien está en una situación en la cual se compra todo lo que las empresas del país producen. Pero funcionar bien significa además que las empresas no producen cualquier cantidad de riqueza, sino que producen todos los bienes y servicios que son capaces de producir con la tecnología, las instalaciones y los trabajadores que la sociedad dispone. En esta situación de prosperidad y alto empleo están trabajando todas las tierras, casi todas las personas con sus distintas cualificaciones, las máquinas y también todas las ideas. Y esos recursos de la sociedad a pleno rendimiento hacen llegar a los bolsillos de las particulares y empresas suficiente dinero para que a su vez se vaya vendiendo todo lo producido.

Así que cuando ese artefacto que nos hemos inventado, y que llamamos economía, va bien, se produce mucho de todo y se acelera el ritmo de creación de empleo; y todo lo que se lleva al mercado lo van adquiriendo las familias con sus rentas disponibles, las empresas con sus beneficios o préstamos, el Estado con sus impuestos o deuda pública y el resto del mundo si se le ofrece algo de su interés. En ese equilibrio de largo plazo la rueda del comercio mueve todas esas mercancías y servicios de quien los trae al mundo hacia quien los necesita para sí. Y si las cosas van bien es porque esa rueda cumple bien su cometido al haberle puesto la cantidad de billetes y monedas en una buena proporción respecto a la cantidad de mercancías que hay para comprar y el nivel de precios de esos artículos que se compran. Nivel de precios que, si la situación es estable, sube poco y en armonía con los cambios en la producción.

XEN ESA SITUCIONx o cerca de esa situción (con todos los problemas y desequilibrios parciales que se quiera) estaba la economía española en 2006 o 2007.

Entonces llegó la sacudida que todos conocemos y que hizo saltar por los aires ese orden. Al estallar la burbuja inmobiliaria, la riqueza de muchos hogares fue cayendo y para unos mismos precios los hogares ya no deseaban comprar lo mismo que antes; compraban mucho menos.

Y habiendo sufrido las economías de todo el mundo parecido apagón, a la espera de que todo pudiese ir a peor, se fueron cancelando o posponiendo nuevas compras. La caída de los préstamos bancarios empezó a trabajar a su vez para agravar la caída de ventas y echar leña al fuego de ese círculo envenenado: menos compras, menos producción, más desempleo... Y en eso estamos, los hogares y las empresas comprando menos de todo y las empresas recibiendo la noticia cada día en forma de menos pedidos y bajando en paralelo sus niveles de fabricación. Los almacenes han empezado a llenarse de automóviles. Los despidos se multiplican. El desempleo sube.

Aunque el keynesiano plan Zapatero esté tratando de compensar en algo con compras del Estado lo que se pierde en otras compras privadas y el BCE trate de animar los préstamos haciendo volar el helicóptero del dinero para que reparta liquidez por la economía y se utilice ese nuevo dinero en compras, la situación, es... alejarse de 2007.

Y hasta aquí nuestro reciente pasado y nuestro presente; del futuro próximo algo puede también decirse.

Cuando muchas empresas, talleres y fábricas bajan sus ventas y muchos trabajadores pierden su empleo, y en ello estamos, los precios y los salarios tardan en empezar a bajar, o a subir más lentamente de lo normal. Y ese ajuste (que ya ha empezado ) es el único que conocen las economías industriales modernas para hacer subir las compras de empresas y hogares, y poco a poco volver a aquel orden hoy perdido de 2007. Que los precios bajen o suban más lentamente hace que los hogares necesiten tener una menor proporción de su riqueza en dinero, pudiendo disponer de más riqueza para prestar; y esa mayor abundancia de préstamos termina haciendo caer el precio de los mismos y multiplica las inversiones de las empresas.

Simultáneamente los salarios han de ir bajando para que los beneficios de muchas empresas no caigan más de lo deseable y se vean obligadas a cerrar.

De la rapidez con que se vaya haciendo ese ajuste en precios y salarios, (lo que se tarde en percibir que la realidad es otra), y de lo acertado de las políticas de gasto público y dinero, dependerá que el equilibrio de mucha riqueza y alto empleo regrese pronto. Paul Krugman dejó dicho cuando se paseó por las calles de Sevilla que España estaba peor que otras economías del entorno pero que a largo plazo todo se solucionaría; esperemos que se corrijan pronto las percepciones sobre nuestra nueva situación económica para que ese largo plazo no sea eterno para miles de familias.