TNtace la cultura de la imagen en Altamira, con todo su portentoso realismo. Desde entonces, nos causarían asombro otras obras excelsas de arte. La vida es imagen y el universo, reflejado en ella, es impacto que "vende". Esto lo saben los políticos, en campañas electorales. Su poderosa influencia la defiende Fernando Arrabal : "Exhibe lo sacrílego, lo sagrado y lo erótico, la muerte y la vida".

Los directores de prensa conocen el tirón de la imagen, palpable, ahora, en este diario, con una mayor frescura colorista en armonía con el texto. Imágenes que potencia el televisor, en oferta inmensa, ya que escenifica multitudes defendiendo derechos políticos (Díada en Barcelona y concentración en la Plaza de Cataluña), las colas del Inem, la soledad del pobre y la amargura del parado; enfatiza la hazaña de un supersónico paracaidista austríaco y el ring que dictará quién será el nuevo emperador del mundo, o ensucia la vida del adolescente con programas demoledores.

La tele es, pues, caldera, donde se cuecen cosas baladíes o trascendentes; tinaja de amor, dolor y tragedia, y oronda cebolla, cuyos cascos nos hacen llorar; cofre que guarda erotismos baratos y pornografías horteras, o cueva en que se maquina la violencia, el rapto y la muerte (caso Bretón ). Relata agrios telediarios, novelas seriadas y pasarelas donde famosillos "venden" sus trapos sucios, o exhibe tragedias (guerra de Irak), alegrías que solazan y liturgias dominicales, o ruidos de discoteca, tertulias variopintas y supermercados, de atosigante publicidad. La tele es abanico con mil varillas, que mitiga la vida haciéndonos reír, soñar, y aplaudir la voz de Paco Arrojo , en Tele 5, o visualizar ese evento que Wert y Mas presidieron, en Premio Planeta --aparcando recientes polémicas--, más la irrupción de la huelga estudiantil. O la condena de redes de blanqueo de dinero.