TEtntre las estupideces campamentales de aquellos años de Vale quien sirve (el que no servía estaba en la cárcel) destaca aquella cancioncilla de Un flecha en un campamento... . Ahora sale una marca de bebidas y cambia la letra por Flechazo en un campamento... para remarcar la estupidez de uno de los actores que se transforma en boy-scout y se le empequeñecen las patillas. Hubiera estado bien que junto a las patillas se le redujera el cerebro y le hubiera coronado una boina con la araña imperial clavada en la frente. Algunos habrían llorado de emoción antes de ir al pleno municipal a decirle a los cacereños que Blas Piñar sigue adoptado y homenajeado entre los hombres ilustres de Cáceres (junto al cabo Píriz ).

¿Cómo narices hay que explicar a estos personajes que en un sistema democrático gentes como Blas Piñar son tan indeseables para nosotros como el alcalde Canales, por poner un ejemplo, para ellos en su largo fuego de campamento dictatorial?

¿Cuánto tiempo deberá pasar para que algunos se convenzan de que en democracia sí hay exclusiones, las de aquellos cuya ideología es acabar con la democracia? ¿En qué momento de la biografía de Piñar destaca algo productivo para la convivencia entre los españoles, la cultura, la justicia social o el progreso?

Curiosa paradoja la que tiene lugar en Cáceres y que nos presenta a un fascista homenajeado gracias al sistema antifascista de la votación democrática. Curiosa paradoja la de utilizar los votos del pueblo para rendir homenaje a un tipo que sueña con quitarle al pueblo su capacidad de votar.

Muchos hemos luchado para que estas cosas puedan ocurrir. Es la libertad. Pero libre no es sinónimo de gilipollas.

*Dramaturgo