La época en que si una persona no quería estudiar se iba a trabajar, se acabó hace ya tiempo. En el actual escenario de crisis económica mundial, todas las administraciones nos hemos visto obligadas a hacer numerosos recortes presupuestarios para reducir el déficit, estabilizar los mercados, fortalecer el tejido empresarial, generar empleo e impulsar la economía. En este orden de cosas, adquiere especial importancia el equilibrio entre las distintas fuerzas que pueden contribuir al mantenimiento y la creación de empleo. El adecuado ajuste de la asignación de los fondos a los recursos es, sin duda, uno de los factores a tener en cuenta; de ahí que no se comprenda muy bien cómo es posible que todavía haya quien proponga recortar gastos en los cursos de formación profesional que son, y en esto siempre hemos estado de acuerdo, sinónimo de inversión y economía competitiva.

En una economía globalizada, ligar la productividad a las retribuciones salariales es una tarea cada vez más complicada. China o la India, por poner sólo dos ejemplos, mantienen una productividad, ligada a una mano de obra muy barata, con la que es muy difícil competir. En nuestro país, como en el resto de Europa, la libre circulación de trabajadores ha venido a acelerar una situación en donde el éxito a la hora de conseguir un empleo exige, definitivamente, una mayor y mejor formación.

Generar empleo es urgente. Creceremos económicamente cuando seamos capaces de generar empleo y esto último sólo será posible si seguimos apostando por una formación profesional continua y de calidad. Y a esta tarea se encomendó con decisión la Junta de Extremadura, ahora hace dos años, cuando firmamos con los agentes sociales y económicos el Pacto por la Formación Profesional de Extremadura instrumentalizado en el II Plan de las Cualificaciones y Formación Profesional de Extremadura.

No han sido éstas ni las únicas medidas ni los únicos recursos que hemos destinado a la formación para el empleo; lo que viene a dar dimensión de la trascendencia e importancia que concedemos a la formación y su traslación a acuerdos tan importantes como el Pacto Social y Político de Reformas para Extremadura; el Plan de Fomento y Calidad del Empleo o el último debate sobre la orientación de la política general de la Junta de Extremadura.

Nuestras políticas activas de empleo se articulan entendiendo que no es posible ser competitivos y productivos en los distintos sectores del mercado laboral sin un sistema de formación profesional sólido, trasparente y gratuito que, por una parte, atienda las demandas de aquellas personas que todavía no tienen empleo; y por otra, la de quienes estando ocupados pueden cualificarse para progresar en su carrera profesional.

La trascendental importancia que tiene la formación se evidencia en el amplio consenso y apoyo que siempre ha tenido en las diferentes mesas de diálogo social por parte de todos los agentes sociales y económicos. Podremos ajustar, reorientar, estructurar e incluso replantearnos qué tipo de formación queremos ahora y en el futuro, pero debemos entender que decir formación es decir inversión. Esta fórmula funciona tanto a nivel individual como colectivo, es verdad, pero nosotros preferimos contar con todos para que el futuro sea de todos. Si ese todos puede acceder a más y mejor formación, el camino será más fácil. De eso se trata.