Periodista

El pasado mes de julio me fui en un barco con cinco extremeños por el Charente, un río francés. Aquello era como la conquista de América: ninguno de los seis teníamos ni idea de navegar, pero al final acabamos manejando el Crusader, que así se llamaba el navío, como si hubiéramos nacido en Palos y nos hubiera amamantado la nodriza de los pinzones. El puerto de partida de nuestra aventura estaba en Jarnac, bello pueblo francés de la región de Cognac donde nació Fran§ois Mitterrand. En la tripulación estaba representada toda Extremadura: un marinero era de Hervás, las tres lobas de río eran de Casar de Cáceres, Burguillos del Cerro y Coria y servidor era el embajador de La ciudad feliz . Para extremeñizar más el crucero, embarcamos con un solemne jamón de Montánchez con denominación de origen Dehesa de Extremadura y dos soberanas tortas de Casar de Cáceres. Llevábamos incluso un jamonero desmontable y un cuchillo ad hoc que parecía un sable y provocó las miradas recelosas de algún francés.

Estos viajes en barco son una relajante manera de hacer turismo muy popular en Francia desde hace años. Como el país está lleno de canales navegables y de ríos con esclusas, diversas empresas alquilan estos barcos, donde caben desde dos a 16 personas. Hay una tradición novelística francesa donde la navegación fluvial tiene un importante protagonismo. Aunque quizás las novelas que mejor retratan este mundo de esclusas decimonónicas y gabarras de mercancías son las de George Simenon, que durante un año de su vida alquiló un peniche, contrató un cocinero y recorrió Francia a través de sus canales y ríos interconectados. De ese viaje han quedado novelas tan entretenidsas como ´La esclusa número uno´ o ´El asesino del canal´, que la tripulación extremeña del Crusader había leído durante el invierno para ponerse en situación.

El barco estaba perfectamente equipado: desde horno microondas hasta vajilla inglesa y manteles de tela. Contaba con tres camarotes dobles, cada uno de los cuales tenía su ducha y su cuarto de baño, había una sala de estar, una cocina y una zona de cubierta con sillas, mesa y pasasol. En media hora nos enseñaron a manejar el barco y luego nos lo montamos como pudimos. Al ser nuestro timonel de Hervás, un pueblo con río, no tuvimos ningún problema y el único incidente del viaje fue la pérdida del cubo de fregar la cubierta y un par de resbalones en las maderas deslizantes de algún muelle fluvial. Partimos, en fin, y cambió nuestro modo de vida: no había prisas, no había atascos, no había horarios. Mi única labor, y a fe que la cumplí, era escribir el diario de a bordo y comprar los cruasanes, las baguettes, las tartas de frutas y el periódico al amanecer. Si teníamos ganas de marcha, atracábamos junto a algún pub inglés en la orilla; que preferíamos la tranquilidad, echábamos amarras en el parque de un chateau ribereño; que necesitábamos patatas para la tortilla, tomates para el pisto o pimiento para el gazpacho verde, lanzábamos un cabo a un árbol y parábamos el barco frente a un hipermercado Leclerc. Un día nos entró el mono de las rebajas y nos hicimos 15 millas y 14 esclusas para ir a comprar ropa interior y unos polos a las tiendas de Angulema. ¿Quién puede presumir de haber hecho tamaño esfuerzo para comprarse unas bragas de rebajas?

También hacíamos patria. A veces descubríamos una pradera virgiliana y deliciosa en un meandro y echábamos el ancla, bajábamos a tierra y encantábamos a los domingueros franceses cuando nos veían descender del barco con aquel artilugio metálico con una pata de cerdo encajada y con aquellos fastuosos quesos casareños melifluos, sensuales y olorosos. Algunos galos domingueros se acercaban a saludarnos y nosotros los invitábamos a productos de la tierra y les dábamos lecciones de geografía: "L´Extremadure est entre Madrid, l´Andalousie et le Portugal". Ellos ponían cara de mucho interés, pero se notaba que lo que de verdad les interesaba era el queso y el jamón. Algo es algo. Al menos hay una docena de franceses de la región de La Charente que ya han oído hablar del jambon extremeñe de jambe noir y del fromage du Casar .