Recién aparcada la última huelga general convocada por las centrales sindicales contra la reforma laboral del Gobierno, la situación que se le presenta al sufrido ciudadano no deja de ser un pelín frustrante. Porque da la ligera impresión de que mantienen por ambas partes que no se escuchan sistemáticamente la una a la otra un diálogo de besugos.

Y es que el espectáculo ofrecido es hasta patético, dado que mientras los sindicatos insisten hasta la extenuación en una necesaria rectificación de la reforma aprobada unilateralmente por el Gobierno, los diversos portavoces del mismo se salen olímpicamente por la tangente, tendiendo gentilmente su mano para continuar con el diálogo (?).

Y lo peor del caso es que esta postura tan atascada desde hace tanto tiempo está alcanzando unas cotas muy elevadas de sin sentido, que hasta llega a parecer que el tema tan importante del que se habla no da más de sí. Por ello, no es de extrañar que como consecuencia del fallo en la comunicación de ambos, nuestra expresión se nos vaya tornando más y más impasible e inexpresiva, propia de los buenos jugadores de póquer.

Asun Sánchez **

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