El ministro del Interior francés, Nicolas Sarkozy, ha manifestado su "desolación, incredulidad y preocupación" por la fuga del presunto jefe militar de ETA, Ibon Fernández, de los calabozos de la comisaría de Bayona. La desolación y la preocupación son comprensibles. Respecto a la incredulidad, al ministro le debería de sorprender relativamente lo sucedido después de la fuga de otro etarra, el pasado agosto, que puso de evidencia la falta de medios y relajación de las medidas de seguridad en los centros penitenciarios franceses. Las disculpas se agradecen desde España. Y, vista la eficacia con que Francia se está aplicando en los últimos tiempos en la persecución de los etarras en su país, es de esperar que el bochorno sufrido ayer redunde en un esfuerzo adicional. Mientras, decenas de miles de vascos se manifestaban contra ETA --sin más matices--, con la ausencia evidente de Batasuna y la inexplicable del PP. Sería tan poco razonable e injusto destacar esta coincidencia como lo es decir que quienes acudieron ayer a la convocatoria de Ibarretxe apoyan a Batasuna. Afirmaciones que sí ha propagado --y propaga-- el PP, que por un día debería haber dejado de lado los intereses partidistas y su obsesión por desgastar al PNV.