Cual símbolo de la tumba al soldado desconocido, enterrado bajo el Arco del Triunfo de L’Etoile, en París, el funcionario de carrera docente, el que superó un concurso-oposición y lleva años rodando de localidad en localidad con más obligaciones que derechos, es el funcionario desconocido que queda en el olvido.

Al ser un colectivo que no tiene como meta una situación de un funcionario en mejor situación dentro del mismo cuerpo, pareciera que no existiera, y ya está bien. Con todos mis respetos, ya va siendo hora de alzar un poquito la voz por aquellos olvidados, y sí hay muchas mejoras que conseguir y alcanzar. Unas estatales y otras autonómicas.

Dentro de los funcionarios, los docentes debemos ser los que menos derechos, licencias y permisos tenemos reconocidos, eso sí, por razones del servicio, aunque es curioso que ese mismo argumentario no se esgrima para otras cuestiones. Pero sí, si hay mucho que mejorar e igualar dentro del funcionariado.

La primera la carrera profesional, vertical y horizontal, incluyendo mejoras salariales, no ya como dignificación de la propia docencia, también por recuperar el poder adquisitivo perdido. Otra batalla olvidada es poder acceder a las mismas licencias y permisos que el resto de funcionarios que no son docentes y no me vale eso de los tres meses de vacaciones, podría enumerarles otros gremios dentro del funcionariado que por razones de servicio, igual que los docentes, nos superan en cómputo global. Ni hablar del derecho de formación retribuido, licencias por estudios retribuidas, años sabáticos, que por cierto, sí existe en otras comunidades autónomas, protección jurídica explícita, enfermedades profesionales, y una batería de medidas más que deben ser reconocidas para ser reconocidos.

A día de hoy pasar a ser funcionario de carrera, puede significar más un problema para alguno que no la solución y eso no es bueno para nadie. Ni para el interesado ni para el sistema. Hagamos más atractivo el ser funcionario de carrera y todos ganaremos.

* Maestro