WEwl funeral de Estado que se celebrará hoy en memoria de las víctimas de los atentados de Madrid tendrá lugar en la Catedral de la Almudena, con una ceremonia oficiada por 31 obispos católicos. No será un acto interreligioso o civil, como han pedido sin éxito los representantes de las comunidades protestante, islámica y judía. Una celebración ecuménica similar a la que se llevó a cabo en Estados Unidos tras el 11-S o incluso en Marruecos, que mostró así hace unos días su solidaridad con las víctimas de Madrid. Poco ha importado lo evidente, que una parte de los 190 muertos no sean católicos, sino rumanos y búlgaros ortodoxos, marroquís musulmanes o, por qué no, españoles o latinoamericanos protestantes, judíos o no creyentes.

El Gobierno saliente ha dado otra muestra de poca sensibilidad. La que ya ha exhibido con el accidente del Yak-42 o con la manipulación de la tragedia del 11-M. Una falta de tacto que podía haber enmendado en este solemne funeral de Estado. Y ha olvidado también que en España ya no hay una religión oficial. El formato elegido resulta, pues, revelador de cómo entiende el Partido Popular la aconfesionalidad que establece la Constitución, ese texto que tanto invoca.