Fui educado de forma muy racional y nunca he llegado a lamentarlo sino, más bien, a celebrarlo. Alguien me grabó desde muy joven en la cabeza que tuviera cuidado con el vocablo sentimiento porque es un híbrido de siento y miento, y casi nunca he dejado de tenerlo presente. Tras relativizar tan duramente el susodicho vocablo, comenzaré aclarando que mis sentimientos están del lado del pueblo palestino, al que, por otra parte, creo que le asiste la razón. También fui educado en el respeto y cierta veneración a personajes como el Empecinado o Espoz y Mina, que, en nuestro lenguaje de hoy en día, no eran, reconozcámoslo, más que execrables terroristas sin mezcla de bien alguno (a los terroristas ni agua, ya saben).

Eso supuesto y viniendo ya al campo de la razón, no soy el único que está convencido de que, a treinta o cuarenta años vista (que yo no veré), la única posibilidad de supervivencia que le queda al Estado de Israel es la de acertar a convivir con sus vecinos árabes. Aunque esto contradiga los meros instintos de algunos de los más viles de allá, es forzoso aclarar que convivir es todo lo contrario de expoliar y humillar. No obstante, hay quien dice alegremente (a él no le toca) que mientras la superpotencia siga protegiendo a Israel este no tiene nada que temer, lo cual parece verosímil siempre que no se quite de enmedio el adverbio mientras ni el adjetivo superpotencia . También dicen los que no saben nada de la historia que es que los judíos tienen allí, en los Estados Unidos, mucho poder, pero acaso no lo tenían en la Alemania del tránsito del siglo XIX al XX, o en la España del tránsito a la Edad Moderna? No será ésta, más bien, una de las mayores debilidades del muy ingenuo planteamiento? Lo de ingenuo, por cierto, fue un calificativo que se me coló de rondón, ya que, dadas sus terribles consecuencias en cabezas ajenas (palestinas o judías), el planteamiento es irremediablemente cínico.

Acabo de aludir a la España de la Inquisición y debo añadir que, como español, siempre me he sentido avergonzado de lo que pudieron llegar a hacer, por acción u omisión, aquellos miserables posibles antepasados míos. Gentes que se dedicaban a la rapiña desvergonzada de las posesiones de los poderosos judaizantes (a los judíos ya los habían robado y echado antes de su propia tierra). Mucho menos les hicieron, sin embargo (gracias a Dios), a los también odiados gitanos, pero es que, como eran pobres y no había nada que rascar, les bastaba con menospreciarlos.

En fin, lo que yo me pregunto es si serán verdaderos amigos del pueblo de Israel todos los que estos días le jalean para que siga cavando más honda la fosa en la que, si no cambia de postura, acabará hundiéndose. (Solo faltaría que alguno de los presuntos amigos de Israel acabara respondiéndome que allá los judíos, que ya son mayorcitos; o que incluso soltara algo tan castizo como que, mientras nos sean útiles matando moros ... ¡Oh! Cheney, ¿donde te has ido?)

*Catedrático Análisis Matemático de la Uex.