TEtl referéndum de mañana en Cataluña puede devenir en plebiscito en el que podría sustanciarse el futuro político de Pasqual Maragall . Sabido que el presidente de la Generalitat ha perdido el favor de Rodríguez Zapatero y que tampoco cuenta con el apoyo de una parte de la jerarquía del PSC, en los círculos políticos catalanes se cruzan apuestas acerca del nombre que encabezará la lista socialista en las elecciones de otoño. ¿Montilla ? ¿Maragall? ¿Castells ? Maragall es el político más conocido en Cataluña, más que Artur Mas , el líder de CiU, o Durán , el eterno aspirante. Pese a todo, está por ver que Maragall tire la toalla.

Los partidos políticos son maquinarias poliorcéticas diseñadas para conseguir el poder, así que, por mucho que Zapatero diga desde Madrid y Montilla respalde en Barcelona, no está claro que la torre pueda ser expugnada. Entre otras razones porque el interesado no quiere marcharse. Maragall es un personaje atípico dentro de la política; es más nacionalista que socialista y tiene salidas desconcertantes, pero tiene carisma, don del que a todas luces carece su rival, el actual ministro de Industria, hombre tenaz y modesto al que los grandes burgueses de la política catalana, los Pujol, Serra , Maragall, Clos, Nadal , Mas o Durán nunca tendrán por uno de los suyos. A los efectos del catalanismo transversal , Montilla no es pata negra . Como tampoco lo es la esforzada Manuela de Madre , pese a sus patéticos pronunciamientos a favor de la causa. Maragall es el mayor activo del PSC y también su más demoledor enemigo. Suya fue la encerrona del Estatut que aprobó el Parlamento de Cataluña el pasado 30 de septiembre, pero suyo será, también, buena parte del mérito si los catalanes refrendan el domingo en cuantía suficiente el nuevo Estatuto. Si la participación ronda el 55% (el listón de Montenegro) y gana el , Maragall tendrá mucho a su favor para seguir. Aunque Zapatero ya le ha descontado porque se entiende mejor con Artur Mas, el veterano nieto de aquel gran poeta que fue Joan Maragall aún no ha dicho su última palabra. Lo que sí tengo por cierto --me lo decía el propio Maragall hace unos días-- es que esta vez no dará facilidades, dando un portazo y marchándose a Roma.

*Periodista