Los medios de comunicación nos bombardean prácticamente a diario con multitud de noticias referidas a la ya manida crisis económica y las consecuencias que ella produce.

Son especialmente martilleantes las relativas al tema cajas de ahorros. Y el ciudadano de la calle, que poco entiende de este tipo de cuestiones financieras, ve limitada su capacidad de acceso al crédito, tanto el particular, comerciante, autónomo o empresario, y se pregunta el porqué de esta situación.

Tampoco entiende que las entidades financieras hayan extremado las condiciones debido al incremento de la morosidad y no funcionan los préstamos del Instituto de Crédito Oficial (ICO), que se anunciaban como la panacea crediticia para la obtención de liquidez de las empresas.

El ciudadano recuerda los tiempos pasados en que adquirió su vivienda con un préstamo adaptado a sus posibilidades, en los que compró aquella finquita, cuando puso en marcha su negocio o amplió su empresa, pagando pocos intereses.

No entiende los motivos de por qué las cajas de ahorros deben fusionarse: los contras de la fusión de las dos entidades extremeñas (cierres de oficinas, despidos), y los pros de unirse a otras saneadas (Asturias, Murcia, Baleares, Granada...); las consecuencias que ello acarrea (fortalecimiento de capital y liquidez); que si deben reestructurarse; que si les conviene tomar dinero del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y que el tiempo se acaba el 30 de junio; que si los políticos deben salir de sus órganos de gobierno; que si la morosidad acecha agazapada y crecerá si las actuales condiciones económicas se mantienen; que si los problemas del ladrillo- Sólo recuerda que siempre trabajó de sol a sol, que ingresó en su libreta lo que pudo ahorrar y que todo esto le suena a chino, aunque comprueba que le afecta.

No entiende estos nuevos tiempos y estos nuevos modos. Y se pregunta si no nos pasará como a los conejos de la fábula, que mientras discutían si eran galgos o podencos, les daban caza los canes. Si mientras decidimos si una caja de ahorros o dos, si unirnos con seis o con ocho, no habremos tirado por la borda nuestro sistema crediticio propio y seguiremos careciendo de los balones de oxígeno financiero que toda economía libre de mercado necesita.