WLw a plaga de incendios que se abate sobre Galicia se ha convertido en el tema preferido de la derecha de la comunidad autónoma, y de la prensa asociada a su causa, para desgastar al Gobierno poco menos que recién llegado del socialista Emilio Pérez Touriño. Como si la devastación causada por incendiarios, delincuentes a sueldo de mafias locales, especuladores y desaprensivos de toda laya fuesen una novedad de este verano, el PP se ha lanzado a pedir explicaciones por un fenónemo que creció durante su larguísima estancia en el Gobierno autonómico.

Se ajusta más a la realidad lamentar que el equipo de Pérez Touriño haya heredado del de su antecesor, Manuel Fraga, un vergonzoso espectáculo veraniego de bosques en llamas que los conservadores no supieron atajar cuando tuvieron a su alcance todos los resortes de la Administración. Es imposible cerrar los ojos a la urbanización desbocada de los últimos años, la replantación de bosques con eucaliptos, que se desarrollan deprisa, pero agostan la tierra, y al crecimiento de otros negocios, más o menos prósperos e inconfesables, como consecuencia del cambio de uso del suelo después de que el fuego arrase grandes masas forestales. Que la ley impida ahora recalificar tierra calcinada durante un periodo de 30 años no significa que la fenomenología pirómana haya dejado de obedecer a viejas formas de delincuencia. Exactamente las mismas que en los recientes tiempos de Fraga.