Dentro de los estrictos límites institucionales fijados para el tradicional mensaje navideño del Rey, la alocución de Juan Carlos ha deslizado este año una sutil alusión a la gestión de la catástrofe medioambiental provocada por el accidente del Prestige, así como a la falta de diligencia, acierto y medios para hacerle frente.

Tras felicitar la solidaridad de los pescadores y voluntarios, reclamar a las administraciones un compromiso "con la conservación del medio ambiente" puede ser en estas fechas un simple buen deseo más. Recomendar que lo hagan con un "buen funcionamiento" es, ante la descoordinación gubernamental, un comentario que llega hasta el límite de lo que permite un discurso dedicado a desear felices fiestas a los españoles.

Más directos fueron los párrafos del mensaje dedicados a refrendar la vigencia de la Constitución de 1978 como marco que garantiza "un modelo equilibrado de convivencia" y legitima el combate contra el terrorismo dentro del Estado de derecho. El Rey sostiene que "nadie puede negar" estos valores del texto constitucional, que han vertebrado "a España como nación plural, integradora de su rica diversidad". Un claro mensaje dirigido al PNV.