TRtuiz Gallardón es muy polémico, en Madrid sobre todo, porque es el alcalde. Para unos es un cavernícola encubierto (como la terrible Aguirre ) y para otros la cara liberal del PP, que falta le hace.

Pero cuando casó el otro día a una parejita de gais peperos (hasta hoy sólo casaban Zerolo y Trinidad Jiménez , de la oposición) Alberto hizo un gesto gallardo y noble. Se lo había prometido a los chicos y lo cumplió, pese a las advertencias de su partido, casi ya en la extrema derecha, e incluso pese a las amenazas directas del inquisidor Rouco Varela , a quien, si no sugirió excomulgarle, le faltó muy poco. ¡Qué horror, la Iglesia española, anticonstitucional y tridentina!

Es el caso que el gesto independiente y libre (valiente para un político) de pasar por encima de una Iglesia católica embravecida y de un PP --sus dirigentes, al menos-- echado al monte, vino a mostrarnos algo que la vida política española tuvo --la primera UCD-- que no tiene hoy y que se echa mucho de menos: una derecha de veras liberal, centrada y laica. Porque la Constitución de 1978 (que tanto dice amar el PP, que no quiere que le muevan ni una tilde) nos define como Estado aconfesional . Por tanto, la unión Iglesia-Estado, ese cesaropapismo que Rajoy y Cañizares defienden es --aparte de viejo-- inconstitucional. Ojalá Gallardón no esté solo en su partido. Ojalá haya otros que se distancien de Acebes y de Aznar (que sigue siendo el predicador de toda antigualla), y ello no solo porque le vendrá muy bien al propio PP, lavándolo de tanta ranciedumbre, sino porque la España por la que todo dan y que aman a cualquier trance, la España de hoy, lo necesita. Una derecha de verdad centrada. Si Ruiz Gallardón es un ejemplo de ello, que no dude --como se dice-- en buscar la Moncloa. La que tiene muy poco de centro es Esperanza Aguirre, que ama el poder como un niño un pirulí de dulce.

*Escritor