Me siento bilbaíno, español y europeo. Y, además, pertenezco a esa multinacional que es la Compañía de Jesús", le dijo hace cinco años el historiador Fernando García de Cortázar Ruiz de Aguirre (Bilbao, 4-9-1942) a la periodista Núria Navarro. Ahora, este catedrático de Deusto ha publicado otro de sus polémicos libros, Los mitos de la historia de España. En él pretende demostrar que vascos, catalanes y andaluces se inventaron una "Castilla imperial, arcaica, rancia y frailuna". Y concluye que en Cataluña no todo ha sido siempre progresismo, como se pretende ahora.

Desde que en 1994 publicó Breve historia de España, un auténtico best-seller, no ha hecho otra cosa que descalificar los nacionalismos vasco y catalán al tiempo que entronizaba la nación española una y única. "España no es un estado multinacional, sino una nación multicultural", reza el meollo de su discurso. Y constantemente lamenta que el debilitamiento de la idea de España como nación ha alimentado el auge de los nacionalismos periféricos. Y alude a la transición como el periodo en el que se produce "una especie de oscurecimiento de España". Para el bilbaíno (no vasco), español, europeo y jesuita Cortázar, el historiador "ha de ser el aguafiestas del poder". ¿A qué poder agua él la fiesta? No al de Aznar y demás nacionalistas españoles, claro está.