En el año 1997 pregunté por primera vez en un artículo si el Holocausto tenía fecha de caducidad en el derecho que se conceden los israelís a la revancha histórica que están llevando a cabo en el exterminio del pueblo palestino. Aquella pregunta originó un torrente de descalificaciones. Hoy se está generalizando y ya somos muchos más los que consideramos que el silencio frente a la brutalidad desarrollada en Gaza es solo una complicidad encubierta. Los que fueron víctimas se han convertido en verdugos. Israel no tiene un comportamiento diferenciado del que padeció. La utilización del dolor propio del pasado para constituirse en verdugos da náuseas. El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero , ha protestado contra la matanza en Gaza. La Embajada de Israel en Madrid está dolida con el impacto de la manifestación celebrada, y sus declaraciones, llenas de cinismo, son la demostración de su preocupación por la evolución de la opinión pública. El Holocausto no tiene más recorrido como patente de corso para que Israel aniquile al pueblo palestino ante la indiferencia mundial. Podrán ganar la batalla de Gaza con la terrible fuerza de destrucción de su Ejército, pero Israel va a perder la guerra de la historia. Solo el paraguas protector de Estados Unidos permite su impunidad y solo el miedo al poder de los lobis judíos promueve la cobardía y el silencio de los intelectuales que todavía callan o justifican el derecho de Israel a una defensa que es un genocidio. Zapatero ha dado muestras de audacia y de sentido de la justicia; reconcilia la ética con la política y la diplomacia. Si la respuesta de la embajada de Israel es que España pierde posibilidades de interlocución, hay que responder al propagandista de Israel que ha escrito esta nota que no merece la pena ser interlocutor con la barbarie. David se ha transmutado en Goliat y terminará por perder la batalla de la opinión pública. Ahora queda por ver si Barack Obama certifica otro mandato presidencial patrocinando el vandalismo de Israel o aspira a ser un presidente respetado en el mundo árabe y en el resto del mundo civilizado.