Se ha puesto los pantalones más viejos y andrajosos que tiene, una camiseta que parece desteñida, estampada de extraños dibujos étnicos, unas chancletas de cuero que a saber de dónde las ha sacado, el pelo más despeinado que le has visto en la vida, y ha salido de casa por la tarde bien temprano, con una sonrisa de oreja a oreja, como si en la calle le esperara el paraíso. Le has visto esperar el ascensor en el descansillo desde la puerta de tu casa. Ni siquiera te has quitado la corbata. Te ha mirado de arriba abajo, mostrando una expresión en la cara que denotaba curiosidad, como la que pone el que mira una pieza de cacharrería antigua. Ha desaparecido en el ascensor diciéndote adiós con la mano. Le esperan varias horas de no sabes qué: ¿drogas, alcohol, sexo? La incertidumbre te ha invadido y te has acongojado. ¿Qué van a traer si no esos peludos piojosos que vienen con el Womad? No hombre, no, te has dicho, seguramente le esperen varias horas de música. Seguramente se reúna en la plaza con sus amigos, bailen al son de bongos y timbales, y se tome algún cubata, ¿por qué te pones en lo peor? Acuérdate de cuando tú tenías su edad, de los macroconciertos que se celebraban el la Ciudad Deportiva de Cáceres. Aguantabas la solajera y el polvo que hiciera falta durante horas y horas para ver en directo a Triana, a Asfalto, a Topo, a Leño, a Ñu, a Tequila. Y te tomabas varios cubatas. Incluso más de una vez cogiste la mochila y el saco de dormir, y te fuiste a algún concierto que se celebraba en otra ciudad. Tu padre te decía que tuvieras cuidado con lo que bebías, con lo que tomabas, con quien andabas. Y tú pensabas que tu padre era un exagerado cuando te soltaba aquellas soflamas.

Te diriges al salón para quitar la televisión y te quedas mirando un momento un programa que emite reportajes antiguos. Ves bajar a los Beatles, con monteras en la cabeza, por las escaleras de un avión. Unas chicas gritan histéricas al verlos. Recuerdas que tú tenías diez años cuando sucedió aquello, que viste aquellas imágenes en la Marconi en blanco y negro, y que aquellas chicas te parecieron ridículas. Te has colocado frente al espejo del cuarto de baño para quitarte la corbata. Te dices que cada vez te pareces más a tu padre.

*Pintor