Apesar de que el Gobierno no para de insistir en que España no es Grecia, varios diarios europeos, entre ellos el Financial Times , informaban ayer en artículos únicos de las manifestaciones sindicales españolas del día anterior y del anuncio de la huelga general griega. Y no hay que buscar malévolas intenciones detrás de ello. Los periodistas ven esas protestas como las primeras respuestas a las políticas de austeridad a las que los gobiernos más dolientes de la UE se ven obligados, tanto por las circunstancias como por la presión de la Europa que manda. Y lo que tratan de vislumbrar, sobre todo, es si en esos países, juntos o por separado, la oposición a esas políticas puede llegar a ser insuperable. O no. Entre otras cosas, porque ese mensaje, sea cual sea su signo, va a calar también dentro de sus propias fronteras. "Toda Europa nos mira", ha dicho, exagerando un poco, el jefe del mayor sindicato griego del sector privado, el GSEE. Pero lo que esos ojos parecen haber visto, según las impresiones, es que Grecia no quedó paralizada por la huelga.

Lo que ocurrió el martes en las calles de varias ciudades españolas no queda muy lejos de lo anterior: las manifestaciones en contra del aumento de la edad de jubilación no fueron de dimensiones despreciables, ni mucho menos, pero no indicaron que el Gobierno pueda terminar en el abismo de la contestación popular desatada si persiste en su anunciado intento. Al menos, hoy por hoy.

Cosa bien distinta son las secuelas electorales de la iniciativa. En el PSOE hay mucha polémica por ese motivo. Zapatero parece haber escuchado a los más pesimistas. De ahí su insistencia en que solo ha hecho una propuesta. Pero seguramente con eso únicamente quiere ganar tiempo. Lo que habría que saber es cuánto. Nada indica que el Gobierno haya renunciado a su propósito. Ahora, además, dice que quiere congelar o, incluso, recortar los salarios de los funcionarios. Y cabe pensar que en ello hay una intención adicional a la de ahorrar gastos: la de transmitir a la ciudadanía que también ese sector, al que muchos consideran privilegiado, tendrá que hacer sacrificios.