Me pregunto cuánto darían muchos padres aficionados al fútbol por tener un hijo que de mayor fuese como Cristiano Ronaldo , con su gorrita a cuadros de visera ladeada y sus gafas de sol de ligón de playa, con ese torso atlético troyano y ese bronceado caribeño, con ese buga molón que se come su propio reprís al pisarle. ¿Cuántos padres regalarán a sus hijos el día de su cumpleaños una camiseta blanca de a 74 euros la pieza, con rayas moradas en las mangas y el nombre de Cristiano Ronaldo estampado en la espalda? Porque el niño es un forofo del Madrid, como su padre, y eso hay que significarlo; y el niño es un seguidor de Cristiano Ronaldo porque es la nueva estrella del equipo merengue. Y además, el niño mañana se presenta en el colegio con su camiseta blanca reluciente, para dar envidia a los trillizos de su vecino Lorenzo , ese culé insultante que el año pasado paseaba por el barrio a todas horas a sus tres criaturitas clonadas vestidas de Messi, Eto´o e Iniesta . Pues este año que se ponga las pilas, que ha llegado don Florentino con la billetera abierta, y llena.

Claro, que para qué nos vamos a engañar, detrás de cada equipo de fútbol hay un don Florentino que abre la billetera hasta donde puede, que ya quisiera un segunda poder gastar cash para meter la cabeza en primera, y un segundón de primera tener aval bancario para meterse en la Champion League.

El fútbol es el evento que más mueve a las masas, y las masas lo hacen un negocio redondo que genera las ganancias cuando unos señores llamados futbolistas mueven un balón con destreza, y otros señores muy listos llamados directivos mueven con destreza a los futbolistas. Las masas, o sea, el aspirante a padre de un niño que llegue a ser como Cristiano Ronaldo, su vecino Lorenzo, y los demás aficionados, somos gente a la que gusta el fútbol, que estamos al servicio, de alguna manera, de gente que gusta manejar el fútbol. Pero la diferencia es que ellos cuentan euros y los aficionados sólo contamos goles.