Los terroristas calculan bien cuándo atacar. Lo han hecho ahora en Irak aprovechando el vacío de poder que acompaña el largo y complicado proceso para la formación de Gobierno.

Los iraquís acudieron a las urnas el pasado 7 de marzo. Los resultados se conocieron 20 días después y dieron como ganador al exprimer ministro Iyad Alaui al frente de una coalición laica por solo dos escaños de diferencia respecto a Nuri al Maliki, el primer ministro saliente.

Los 91 escaños de Alaui están muy, muy lejos, de los 163 necesarios para reunir una mayoría y las negociaciones para formar Gobierno se anunciaban largas y complicadas. No se auguraba un nuevo Ejecutivo hasta julio, pocas semanas antes de que se retiren del país las tropas de combate de Estados Unidos.

En este vacío, cuando todas las formaciones políticas están más interesadas en el mercadeo de su poder, ya sea político, religioso, tribal o nacionalista de distinto signo, que en la gobernación y la seguridad del país, los insurgentes han considerado que era el buen momento para lanzar al mundo el mensaje de que Irak aún es un país inestable y de que el Estado sigue siendo débil.

Pero no siempre los cálculos de los terroristas funcionan. En enero de este año entraron en campaña electoral con otra oleada de atentados. El objetivo entonces era el de desbaratar las elecciones.

Causaron muerte y dolor, pero los comicios siguieron adelante. No solo eso. Se pudieron hacer en un clima de relativa calma y arrojaron un resultado que, si por una parte la aritmética complica la formación de Gobierno, por otra demuestra que hay muchos iraquís dispuestos a superar las líneas divisorias entre formaciones de adscripción religiosa chií o suní.

El voto dado a Iraquiya, la alianza ganadora encabezada por Alaui, que basaba su programa en el nacionalismo iraquí más allá de la religión, confirma esta tendencia.

Tras años de violencia como resultado de la invasión estadounidense, la reconciliación debe abrirse camino en Irak, como muchos han reclamado en las urnas.

La mejor manera de luchar en estas circunstancias que se han suscitado contra el terrorismo y desbaratar sus planes de destrucción y caos sería que las formaciones que negocian el futuro Gobierno empezaran a pensar en la estabilidad y la seguridad de su país y no solo en los réditos que pueden obtener de su parcela de poder. Y formaran un Gobierno lo más pronto posible.