El Ayuntamiento de Cáceres vuelve a retomar la legalización de los gorrillas que intimidan a vecinos y foráneos cuando intentan aparcar sus vehículos en zonas donde es difícil encontrar aparcamiento. El concejal Andrés Nevado lo intentó hace unos años pero finalmente aparcó el proyecto. Ahora su compañero Santos Parra quiere coger el toro por los cuernos y encauzar el tema. Lo extraño es que no le hayan pedido asesoramiento a Miguel Celdrán , su compañero de Badajoz, ciudad donde una asociación de parados regula el funcionamiento de los aparcacoches y por lo que se ve es una fórmula aceptada por todos. Si no puedes con el enemigo , únete a él, pero de forma coherente y civilizada.

En Mérida, más que gorrillas hay gorrones, pero de aparatos eléctricos. Las luminarias del puente Lusitania están rotas cada dos por tres y cuesta una fortuna repararlas. Y todo porque unos vándalos no tienen mejor ocurrencia que dedicarse a fundirlas empleando cualquier objeto contundente. Pero la cosa va a más y ahora hasta roban los grandes focos que iluminan el viejo puente Romano. Como no sea para montar una discoteca, difícil salida tienen esos superfocos. Y al precio que está la luz.