WLwa ceremonia de entrega de los principales premios del cine español, los Goya, fue concebida hace 20 años para promocionar el aprecio y el consumo de las películas nacionales. Pero este propósito año tras año queda torpedeado por unas largas retransmisiones televisivas en horarios inadecuados y disuasorios.

Anunciar el título de la mejor película después de las dos de la madrugada de un lunes no es precisamente el mejor espot. Ni siquiera la ausencia de un claro favorito aportó a la tediosa gala la dosis necesaria de emoción para superar el horario inapropiado. El único consuelo fue, al final, que se reconociese la inteligencia de la espléndida Isabel Coixet , quien se asombró de los premios logrados en la gala.

Que conste que algunos de los viejos prejuicios de nuestro cine fueron categóricamente refutados en el palmarés de este año. El triunfo de una película hablada en inglés, rodada en Irlanda y protagonizada por reputados actores extranjeros demuestra, por ejemplo, que nuestra industria sabe abrirse de miras y afrontar proyectos de talla internacional. Con todo, no parece que el cine español esté en el mejor momento de su historia y algo habrá que hacer para remediarlo.