Una treintena de jóvenes que se graduaron en ESO en el instituto de Casar de Cáceres en el 2002 llevan desde entonces esperando el título, ese papel que certifica que terminaron la enseñanza obligatoria. Posiblemente un problema relacionado con el cambio de adscripción del centro que coincidió con las transferencias educativas sea la causa de este trastorno. No es un asunto importante, porque cuando necesitan acreditar sus estudios echan mano del libro de escolaridad, pero es impropio de los tiempos que vivimos. La burocracia está aquí en su versión más añeja, porque no es que ´vuelva usted mañana´, es que ni aun volviendo a los cuatro años.