Las cifras son las propias de aquellos acontecimientos que acostumbran a estar vinculados a los grandes campeonatos deportivos. Los 10 días de fiesta reivindicativa del World Pride, o el Orgullo Gay, van a tener un impacto económico en Madrid de 300 millones, según el sector hotelero, con la mayor incidencia este fin de semana. Más de dos millones de personas se dejarán ver en las calles de la capital y no hay camas para todos, por lo que muchos han tenido que alojarse en Toledo y Segovia. El ayuntamiento de Manuela Carmena se ha mostrado un cómplice más de la fiesta en una positiva actitud, aunque con alguna decisión discutible como suspender durante el Orgullo Gay la normativa municipal sobre el ruido en la calle. Todo para proyectar la marca Madrid como ejemplo de ciudad abierta. Este colorido tan festivo es una excelente manera de dar visibilidad al colectivo LGBTI, pero no hay que olvidar el origen reivindicativo de la celebración. No conviene que el factor negocio se imponga a la lucha para que la igualdad sea un día realmente efectiva. Es incuestionable que si nos referimos a los avances en nuestro país, han sido muy significativos en la última década, empezando por la aprobación bajo el Gobierno de Zapatero del matrimonio igualitario en el 2005. Pero los actos homófobos siguen por desgracia muy presentes y para acabar con ellos es preciso una actitud decidida de las autoridades y un serio rechazo social.