El pasado domingo ETA anunciaba una tregua o, como dice el comunicado, la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas. Es la primera vez que ETA no marca los plazos, que va a contracorriente a la espalda de las decisiones tomadas por su sector político, y eso es una gran noticia. Es el elemento más importante de este comunicado, porque supone un cambio fundamental en la estructura, hasta ahora monolítica, del complejo mundo que existe alrededor de la izquierda aberzale. Los políticos se imponen, al menos en los plazos, a los militares. Pero también supone una trampa maquiavélica, en su línea. De las posibles hipótesis que se barajaban --su decisión de abandono definitivo de la violencia, realizar algún tipo de atentado o la comentada tregua-- han decidido el camino de la última, presionados por los movimientos audaces de su mundo político. Con su retorcida decisión sitúan a Batasuna ante un dilema difícil que puede marcar su futuro: mantenerse en el limbo político de aplaudir una tregua absolutamente insuficiente o hacer un movimiento definitivo declarando públicamente esa insuficiencia y exigiendo a ETA el cese total y definitivo de su violencia.

Este es hoy el reto de Batasuna, que implica también a EA: contestar a ETA con claridad y valentía. Espero que la reflexión y el tiempo les conduzcan a lo que les exige su responsabilidad. Si lo hacen, no duden que tendrán apoyos en la otra orilla, y abrirán posibles escenarios hasta ahora no explorados. En caso contrario, les espera continuar por la larga travesía del desierto que su cobardía les obligará a recorrer. En este segundo caso sitúan también a EA en la misma encrucijada, obligándola, si no quiere acompañarle en ese camino, a romper sus acuerdos.

José Luis Uriz Iglesias **

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