He leído que una enferma de síndrome de fatiga crónica y fibromialgia tuvo que hacer una huelga de hambre para que la atendieran, ya que un tribunal médico le había negado la invalidez y no podía trabajar, por lo que se había quedado sin la posibilidad de ingresos económicos. Al hacer la huelga sí que le reconocieron una invalidez; es decir, que era verdad que estaba enferma, pero unos días antes de la huelga no lo estaba, según un tribunal médico. Con frialdad e indiferencia, muchos profesionales de la sanidad no reconocen nuestra enfermedad y nos tratan como si fuéramos unos estafadores o algo así. Mientras, hay otros médicos especialistas que se dejan la piel para investigar nuestras enfermedades. Un paciente de fibromialgia no tiene fuerzas ni para levantarse de la cama o del sofá, ni para dar un paseo, por corto que sea. Entre los numerosos problemas que tengo, está el de no poder trabajar, aunque ahora he conseguido la admisión de mi invalidez. Pero, ¿y los enfermos que no son reconocidos como tales? Esto es un gran sufrimiento, y ya lo pasa bastante mal el que tiene que sobrevivir con una enfermedad como esta, que impide tener una vida social normal. Las administraciones en general deberían reflexionar al respecto y tomar medidas para que esto no ocurra. He oído a médicos afirmar que a los enfermos de fibromialgia se les trata con respeto, pero mi experiencia me dice que no es verdad. A veces, ni siquiera ven los informes previos; a algunos, al parecer, les da vergüenza, porque no te miran a los ojos. No deseo a nadie tener que pasar por evaluaciones médicas como las que tienen que superar los enfermos de síndrome de fatiga crónica y fibromialgia.

Lidia M. M. **

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