Doctor en Historia

Hace unas semanas efectuaba Serrat unas alusiones acerca de los gritos de los políticos. Especialmente en campañas electorales. Sugería que se convirtieran en susurros y trabajasen más durante las legislaturas.

Ahora, una encuesta nos señala algo que ya hemos denunciado en más de una ocasión: el desconocimiento, no sólo de la labor de nuestros políticos regionales, sobre todo la de los diputados autonómicos, sino y a la vez, la ignorancia mayúscula que existe en Extremadura hasta la identificación de sus propias personas. No creo necesario insistir en lo imperioso que va a resultar la iniciativa del presidente de la Asamblea de acentuar la imbricación de la sociedad extremeña con sus instituciones, en este caso con el parlamento autonómico. Para ello, será imprescindible la complicidad de los medios, que exterioricen sus debates, la modificación del reglamento, que permitirá una mayor agilidad en las intervenciones y en la presentación y puesta al día de las propuestas y por último una campaña de culturización , ya sea desde el punto de vista educativo, como desde el de la pedagogía política que hagan posible un mayor interés de los extremeños por la política. Todo ello debería impedir la desacreditación de otro tipo de actitudes, como las que lamentablemente comprobamos con frecuencia. Valga el ejemplo de la ausencia de 92 diputados en el Congreso en una de sus últimas sesiones que hizo imposible sacar adelante una propuesta al Gobierno que la presentó.

También permitirá que cuando se genere opinión la ciudadanía tenga interlocutores reconocibles y que esta acción sea recíproca, sobre todo ahora que un 30% de los diputados van a estar liberados. Así los gritos darán paso al sereno y respetado intercambio de ideas. Que así sea.