Guerra a Guerra. El PSOE de Sánchez ha mostrado con otro paso significativo que su renovación va en serio, al destituir a Alfonso Guerra de la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias. Ejemplo máximo de la corrupción política más aún que de su fraternal corrupción económica, Guerra ha constituido, como después el mismo Felipe González, el cáncer que ha corrompido durante décadas el PSOE hasta el desastre de los últimos tiempos, como forjador de listas negras, siniestro mete miedos y pseudo Maquiavelo.

Además del PSOE, ha desacreditado también al Parlamento, al utilizarlo durante décadas para esconderse cobardemente en él con el fin de escapar de sus responsabilidades.

Tras su cese, esperemos que pongan sus barbas a remojar otros personajes que tanto daño hacen al PSOE con su mera pertenencia, o incluso, como padecemos en Madrid, viven de criticarlo y traicionarlo, para conservar un resto, aunque sea miserable, de la notoriedad que un día tuvieron.

RESPONSABILIDAD

«Solo sé que no sé nada»

Martín Sagrera

Madrid

«Sólo sé que no sé nada»… del todo y para siempre. Sócrates no se declaraba ignorante, como parecía indicar esa frase sacada de su contexto, sino que, como todo espíritu científico, era consciente que siempre se puede mejorar los propios conocimientos. El hombre de acción, el político, en cambio, se aferra a una verdad concreta para llevarla a la práctica, lo que será más probable que salga bien antes de que cambien las circunstancias, y si ha elegido bien su programa, con otras fuentes además de la del Marca.

El director de una gran empresa necesita especialistas en la mercancía que produce, en economía, en propaganda, etcétera; pero -ese es su papel-, es el responsable global de todos ellos, para bien o para mal del conjunto. Ya Felipe González intentaba trampear y declararse «incorrupto» saliendo de las reuniones del PSOE cuando se empezaba a discutir sobre su financiación, y ya sabemos cómo acabó él y su partido.

Hoy Rajoy pretende desesperadamente desligarse de la financiación del PP, ayudado por ciertos curiosos miembros de la Justicia. Pero, aún con la ventaja de ser gallego, de comprar o chantajear a muchos medios de difusión y de amordazar legalmente a la población, le está resultado más difícil y le hará fracasar antes que a su tan lamentable predecesor, dada la mayor madurez democrática de la ciudadanía y la existencia de nuevos medios de comunicación.

estudiantes

Reflexión

Almudena Molina

Pinofranqueado

Paradójicamente, allí donde se dice «izar la bandera de libertad» y se habla de democracia nos encontramos con una de las más peligrosas censuras, y digo de las más peligrosas porque no somos conscientes de ella. Prostituyendo el mismo nombre de la libertad, la sociedad tiende a un pensamiento único y a dar la razón sin compartirla (o sin haberse parado a pensarla) por el miedo al qué dirán, a descubrirse bajo una etiqueta, a ir en contra de una generación entera y a tener por único consuelo la soledad.

Y es que, de esa manera, finalmente solo opinan quienes tienen el poder, quienes a través de medidas de presión amenazan con despojar de su lugar en la sociedad a aquel que no piense de la misma manera. Parafraseando mi libro de cabecera: «¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero y tener el aplauso de las masas, si luego pierde su vida, sus principios?» Es ahora cuando el mundo necesita a personas que no se dejen arrastrar y busquen anteponer la verdad a su comodidad, otorgándole a la vida un sentido pleno y no solo aparente. Esta censura, autoimpuesta por nuestra propia mediocridad, solo puede ser frenada con valentía.