Periodista

Dicen que ha puesto el listón muy alto y que no será fácil conseguir una presidencia tan unánimemente elogiada como la suya. Es el actor Charlton Heston, que ha terminado su mandato de cinco años en la Asociación Nacional del Rifle. Le sustituirá el señor Kayne Robinson, que debe ser también una persona muy agresiva, a juzgar por sus títulos: fue policía y ocupa un cargo relevante en el partido republicano.

A Heston le han despedido con homenajes muy emotivos, pero ninguno como el que se ha celebrado en Orlando, bajo la presidencia del gobernador de Florida, Jeb Bush, aquel tipo que, con acento cubano, habló en la Moncloa de la "república de España" y anunció bienes innumerables para el país por el apoyo del señor Aznar a la guerra. Ha dicho ahora una cosa que en cualquier otro país sería contraproducente: que sin la ayuda del lobi de las armas, su hermano George no sería presidente.

Había que pagar aquel favor y, sin ningún rubor, Jeb ha dado a entender que la guerra contra Irak ha sido en pago por el apoyo recibido. El clima enardecido de la despedida de Heston se prestaba a exaltar la hermandad entre las armas y la política del partido republicano. Los 4.000 asistentes salieron muy ufanos del sarao, convencidos de que cuando haga falta y los pedidos de armas flaqueen el presidente declarará otra guerra en algún lugar del mundo. Esta es la guerra que ha apoyado el señor Aznar. La que se declaró en pago por los favores recibidos. La que se presentó como un acto de justicia, argumento tan pintoresco como la proclamación del belicoso gobernador de Florida en su arenga, que no discurso: "El sonido de las armas es el sonido de la libertad".