La 59 Asamblea General de la ONU ha demostrado que George Bush no ha variado el discurso que le ha llevado al desastre en Irak. Sólo negando la realidad puede seguir defendiendo que la única estrategia posible para lograr la paz en el mundo es imponer la democracia, se supone que por las armas. El presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, planteó un discurso antagónico. Frente al choque de civilizaciones, una alianza que aproxime a Occidente y el mundo islámico. Y frente a la erosión de las libertades con la excusa de luchar contra el terror, una corrección de las injusticias políticas y económicas. Unos buenos propósitos que requieren plasmarlos en instituciones internacionales efectivas y en un esfuerzo económico del Primer Mundo.

Discrepar tan abiertamente del discurso de Bush podría situar a España en una posición incómoda. Pero no más que con la retirada de las tropas de Irak. Con ambas decisiones, además de cumplir el mandato de las urnas, Zapatero alinea a España con el creciente bando del sentido común, vistas las coincidencias de su discurso con el de Kofi Annan, y el reconocimiento del candidato demócrata John Kerry de que la ocupación de Irak se ha convertido en un caos histórico.