WDwesde hace unos meses, las grandes compañías tabacaleras están lanzando productos nuevos y más baratos al mercado. Se trata de labores de tabaco rubio a precios que apenas alcanzan el 50% de las marcas líderes, y que llegan a los estancos en el momento en que los países ajustan el cerco de sus legislaciones a los fumadores. Esas medidas, que han empezado a aplicarse en España, han provocado ya una caída inédita en las ventas del sector, que hasta mayo facturó un 6% menos que en el mismo periodo del año anterior. En este contexto, las marcas baratas se abren camino conquistando nuevos consumidores en las capas de la población con menos poder adquisitivo, como son los jóvenes y los inmigrantes. Ante eso, gigantes como Altadis y Philip Morris contratacan lanzando cajetillas a bajo precio, en un esfuerzo por no perder porcentajes de ventas.

Subrayemos algo. Mientras el Estado lucha contra el hábito de fumar, por sus efectos nocivos sobre la salud y por los costes económicos que supone para la sanidad pública, hay tolerancia en que los fabricantes seduzcan a nuevos clientes. Sin duda, es una de las grandes paradojas de eso que hemos convenido en llamar la libertad de mercado.