Escritor

De todos los mitos de nuestra juventud, quiero exculparme de haber seguido las aventuras del Guerrero del Antifaz. Tiene el Zorro también esa tilde del antifaz y tanto uno como otro me repelen, aunque el Zorro era protector de los débiles, pero con un antifaz, no. El Guerrero del Antifaz tenía el problema de su proclamada fe cristiana y su amor puro y limpio por doña Ana María, que era una niña ñoña y tonta. Pero pasado el tiempo, ¿qué nuevo tipo de Guerrero del Antifaz vemos hoy? Indudablemente Aznar como nos lo dibuja Peridis, con una coraza como de cocodrilo que le queda un poco como de cuento de hadas, donde hace de malo. Todo lo contrario de Rato, que en medio del contubernio de la sucesión da la imagen opuesta. Rato es un chico empollón que, aunque un poco tarde y después de esperar a ser ministro, ha dado el salto del guerrero haciéndose con el doctorado de Económicas con su tesis El ajuste Fiscal . En el entretanto Rato/Guerrero ha tenido tiempo de cambiar de Ana María, que ya se sabe que esta gente tiene tiempo para todo. Por supuesto Rato es hoy flamante doctor cum laude aunque en su trabajo se olvidara de la escuela austriaca, y no sé si en el olvido estuviera también esa parte innombrable de Marx. Todo lo ha superado nuestro hombre, en un tiempo de guerreros, pues no son otra cosa Aznar, Blair y el italiano, y los polacos. Como siempre, Francia está en otra onda y no digamos Alemania. Después están los guerreros menores, que sacan la jeta para defender lo indefendible y para condenar lo no condenable. Y Celdrán llamando payo a Ibarra. Hace bien en no venir. Para qué.