En uno de sus desgraciadamente tan escasos momentos de humanidad en los 57 años que lleva aplastando a los cubanos, Fidel Castro se declaró arrepentido de haber llamado "gusanos" a los que habían huido de su tiranía. Esto no impidió que después fusilara a quienes se apoderaron --sin víctimas-- de un barco para huir; descargas que despertaron por fin la conciencia de algunos de su hasta entonces partidarios, como Saramago. Ni a esos tiros abrió los ojos el español Guillermo Toledo (Willy, yanquizado cuando le conviene, es buen actor en eso). Lo prueba el que ahora acaba de llamar "gusano" a un cubano que ha ganado una medalla olímpica para España, después de haber tenido que huir --sin duda por capricho o maldad-- del régimen castrista. El gusano del odio más irracional a quien no piense lo que piensa hoy esa joyita de actor llega al extremo de hacerle decir que arrancaría una oreja a bofetones a su mismo hijo si le dijera que iba a votar a Podemos. "El que emplea métodos fascistas, llámese como se llame, es fascista". "Traidor" a los auténticos derechos humanos no es, pues, ese cubano nacionalizado español, sino ese Toledo que apoya a ese dictador caribeño que ha matado incluso a sus compañeros de una revolución que pervirtió hasta venderla a la URSS antes y mantiene aún ahora aherrojado a su pueblo.