TMte cuentan quienes le vieron que bajó la mirada hasta mirarse el ombligo arrobado de sí mismo. Fue entonces cuando, como si desnudara el alma, nos dijo: "en la intimidad hablo catalán". Jordi Pujol , mientras tanto, dormía una siesta española a la sombra de un naranjo en el patio de los ídem del Palau de la Generalitat.

El puente aéreo era una fiesta, un río de votos y de dinero. Aznar era minoría mayoritaria y todas las noches antes de dormir se le escuchaba decir: "bona nit Ana, bona nit Jordi ". Después, la aplastante mayoría.

La negación del otro. El repudio a la lengua de Maragall (el abuelo), tan íntimamente amada. En las Azores, un curso de inglés intensivo a cargo de Blair y Bush. Después vendría la guerra y en medio de la guerra la derrota del políglota. Y tras la derrota, ZP en minoría mayoritaria. Y otra vez el puente aéreo. Otra vez el río de votos y dinero. Otra vez sin entender nada desde este sitio, al otro lado de los mapas donde crece la desesperanza. Rodríguez Ibarra como Ulises está cansado del largo viaje. José Luis (así llaman a ZP en la intimidad) no tiene a Extremadura en su cuaderno de bitácora y, por lo tanto, nada sabemos del plan de empleo que tan apresuradamente firmó en su breve escala de finales de julio en Mérida. Nada sabemos, o sí, del AVE, de la autovía de la plata, del tabaco, del arroz, del olivar, de los fondos de cohesión de la UE para el periodo 2007-2013, del ferrocarril Plasencia-Astorga. Alguien un día de estos (me imagino que Ibarra) le va a tener que recordar a los ministros del Gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero y al propio presidente del Gobierno de la nación, que España somos todos. Los de este lado del mapa también. Y que no gobiernan por el apoyo ER sino por los votos de aquí y que aquí se gobierna con mayoría absoluta. Pero sobre todo le va a tener que decir la cara de mala leche que se nos esta poniendo.

*Periodista