TUtno se pregunta hacia dónde se dirige este mundo en el que vive, cuál es el destino que les espera a las generaciones futuras y por qué los avances tecnológicos, cada vez más desarrollados, crecen inversamente proporcional a logros en cuestiones de valores y de respeto a los Derechos Humanos.
Desgraciadamente el caso de la niña Alba pasa a engrosar una amplia lista negra de malos tratos, de situaciones de violencia in crescendo en los últimos años y que nos llevan, como entre todos no pongamos remedio, hacia una situación de cataclismo, cuyas consecuencias no me atrevo a profetizar.
Lo que sí creo que resulta evidente es la necesidad de atajar el problema desde una perspectiva global y empleando los instrumentos democráticos a nuestro alcance, los existentes y los que nos permitan un mejor contexto de acción en cuanto a regulación de derechos y valores mínimos. Además, no debemos bajar la guardia en la perseverante misión que como educadores directos de nuestros descendientes, hemos de cumplir, tendente a crear el caldo de cultivo más adecuado para ellos, desde la tolerancia, el respeto, la solidaridad y todos aquellos valores que se reflejan en la Declaración Universal de Derechos Humanos del año 1948.
Al final la familia resulta crucial para conformar el futuro y el orden del mundo, incluso por encima de la Alianza de Civilizaciones. Así también lo considera el actual Papa, Joseph Ratzinger , gran conocedor de la potencialidad de la familia, quien el próximo verano participará en el congreso que sobre este tema acogerá la ciudad de Valencia y cuyas expectativas son muy grandes.
A pesar de todo uno se sigue haciendo la pregunta de hacia dónde caminan las sociedades actuales y cómo podemos mejorar el panorama presente. Busca o desea escuchar respuestas convincentes y vaya por delante que declina cualquier tipo de argumento, de esos que últimamente inundan el clima político actual y que quieren culpabilizar de todo ello al Gobierno de la nación. felipe.sanchez.barbaextremadura.es
*Técnico en Desarrollo Rural
