T"Atmericanos, os saludamos con alegría!-", cantaban a coro en la película Bienvenido Mr. Marsall los habitantes de Villar del Río cuando ensayaban el recibimiento a esos americanos que traerían prosperidad para el pueblo. Pero, para desilusión de todos, pasaron de largo. Quizá fue la única vez que los hijos del Tío Sam no clavaron el mástil de su bandera en esta tierra nuestra al pasar por ella. Entonces la gobernaba un señor que la consideraba lugar hermético donde ningún extranjero debía meter la nariz por temor a que la infectara con modales democráticos poco convenientes para su idea de país. Nada de libertinas intromisiones foráneas, que eso podía traer el despertar de mentes díscolas y su consecuente agitación. Con el tiempo, los norteamericanos volvieron y nos instalaron sus bases militares; y de regalo, leche en polvo.

Si en España por entonces se hacían cuatro películas al año con medios muy rudimentarios y guiones muy vigilados por la censura, en EEUU se producían por decenas, con los medios más sofisticados y guiones concebidos para exportar a otros países una publicidad subliminal que difundía la grandeza del sueño americano. EEUU siempre ha sabido utilizar su cine para venderse. Vía cinematográfica nos endosaron la alemana hamburguesa, la italiana pizza y sus patatas chip con ketchup; eso sí, ellos no han aceptado nuestro jamón --dicen que es carne cruda--, ni nuestra longaniza.

La última importación norteamericana vía cinematográfica, inyectada en nuestras mentes con dosis de bochinches de coca cola y bocados de palomitas, es su fiestita de Halloween, que es como un carnaval siniestro en el que todos los niños se disfrazan de jurramachus góticos y van por la calle picando puertas y asustando a quien no les dé caramelos, mostrándoles calabazas huecas en las que introducen velas y a las que hacen orificios que simulan rostros espectrales. De momento las calabazas sólo las vemos en el cine, pero en unos años seguro que se verán en los alféizares de las ventanas. A no ser que empecemos a darle calabazas a Halloween.