Hablaba con el flamencólogo y amigo Francisco Zambrano de los relevos en el flamenco. No en relación a las disciplinas (cante, toque y baile) que no se relevan, se regeneran, sino las que atañen a la memoria, a la investigación, a la curiosidad didáctica. Y todo a raíz de la presentación de su última obra: la biografía y herencia flamenca de Pepe Nieto el de Orellana (Editorial Estudios Extremeños). Me aseguraba que para él, ésta era una promesa cumplida con él mismo y que ya se planteaba el futuro con la tranquilidad de usar el tiempo según el reloj de la apetencia, más que con el cronómetro letal del que busca y descifra tesoros perdidos. Hablaba de los próximos investigadores, de los que están saliendo gracias al tesón y el estudio. Yo le rebatía que con las obligaciones diarias, a ver quién era el que decidía echarle tiempo al flamenco, con esa intensidad del que busca el Santo Grial, sabiendo además que a posteriori tendrás que acreditar con la documentación entre los dientes, que fuiste tú y solo tú, el que te quedaste sin vacaciones por dejarte los ojos en los manuscritos de un archivo, o escuchando a duras penas discos de pizarra. Porque esto es lo que tiene. Te dedicas a estudiar y luego, el doble de tiempo a argumentar que es tuya la teoría. En el flamenco y en todo lo demás, porque nadie está dispuesto a dar duros por pesetas. Por eso es tan complicado el relevo, porque a los que estamos ávidos de aprender y a los estudiosos que vengan tras flamencólogos como Zambrano, nos faltará además la vivencia: el vaso de vino de madrugada escuchando a los grandes, la anécdota del 'señorito' con zapatos de charol y sin suela, la del zapatero que llega invitando a la barra e irremediablemente es la barra la que le invita a él.

Y al nuevo estudioso le faltará esa 'hambre'. 'Hambre' de echar horas entre libros sin mirar de reojo el click que te lleva a Google (necesario también, claro), 'hambre' de saber qué pasó con el cantaor que te sorprendió en el último festival, 'hambre' de querer escribir algo que ayude a alimentar la historia. Los que nacimos 'con el buche lleno' nos falta esa herencia. Ese 'hambre' que te hace superar cueste lo que cueste cualquier obstáculo sin obtener a priori, nada que justifique el esfuerzo. El 'hambre' que llega a convertir en liviano el sacrificio, la lucha por llegar e irremisiblemente cumplir con lo que se cree innegociable: la promesa que un dia, nos hicimos a nosotros mismos.