XSxeguramente que nada volverá a ser lo mismo en el futuro... Hemos pasado un mes, el de marzo, que pasará a formar parte de la historia más triste, penosa y cruel de este país, y que, sin lugar a dudas, nos quedará a todos marcados con una secuela inolvidable originada por uno de los acontecimientos más dramáticos vivido dentro de nuestra historia más reciente. El pasado día 11-M una gran tragedia conmocionó a todos los españoles bien nacidos. Una catástrofe de singulares proporciones nos quedó a todos sumidos en la más absoluta de las tristezas y hundida el alma en un enorme sentimiento de impotencia y de rabia. Algún día, con la frialdad que merecen ser analizadas las cifras que nos hablan de tantos muertos, de tantos heridos y de tantas familias destrozadas, tendremos todos que hacer una profunda y serena reflexión; pero ya sin el ánimo caliente y con la más absoluta frialdad. Nos han matado a más de doscientos compatriotas, sean o no todos de nuestra nacionalidad; nos han quedado destrozadas físicamente a muchas decenas de personas que acudían a su trabajo o a sus estudios con la ilusión que todo ser humano tiene derecho a tener en esta vida; nos han dejado a muchas decenas de familias destrozadas para siempre; amén de a otros muchos destrozados psíquicamente por haber vivido de cerca tal masacre... Esta especie de monstruos sanguinarios, que más que extinguirse desgraciadamente se propaga, nos han matado a todos un poco.

Nada volverá a ser igual que antes del fatídico 11-M. Unos cuantos hijos de puta nos han cuestionado, a través de su salvaje atentado, nuestro derecho a la libertad; nos han hecho sentirnos amedrentados y desprotegidos, más que por aquello de lo del miedo físico que pudiera ocasionarnos, por esa gran incertidumbre e impotencia que todos hemos sentido a raíz de la enorme salvajada cometida en Madrid. ¿Hasta cuándo? Y, por favor, que no se nos manipule torticeramente por unos y por otros porque en lo sucesivo no nos vamos a dejar. Hora es ya de que los responsables pongan coto a tanta barbarie, a tanta crueldad, a tanta sinrazón y a tanto crimen que no siempre son castigados éstos como se debieran de castigar... Que la Justicia (esa institución que tan a gala lleva ser lo de la más desprestigiada de nuestro país) haga eso: ¡Justicia! Que en un Estado de derecho seamos todos iguales a la hora de que se nos juzgue... Que no se nos acojonen, en definitiva, aquellos que tienen el irrenunciable, sacrosanto y soberano deber de impartir la tan cuestionada justicia.

*Técnico financiero