XLxa gran mayoría de los españoles considera que el cáncer es la enfermedad más grave que existe, seguida por el sida. Otros problemas con un impacto similar como las enfermedades cardiovasculares, la enfermedad de Alzheimer y la diabetes, reciben menos atención. Las hepatitis, y en concreto la hepatitis por el virus C, es una gran desconocida por la población general.

Según el primer Estudio de Opinión Pública sobre la hepatitis C, basado en encuestas a 1.004 individuos entre 18 y 65 años, si se atiende únicamente a las enfermedades contagiosas consideradas más graves, el sida gana por una amplia mayoría, seguida por las hepatitis en general. Sólo un 2% de los encuestados menciona a las hepatitis como una de las patologías que revisten mayor gravedad.

Estos datos ponen de manifiesto que los españoles saben mucho más sobre cáncer y sida que sobre otros problemas de salud. El hecho de que las hepatitis virales, y en concreto la hepatitis C no sea apreciada como una de las enfermedades más graves debe llamarnos la atención.

La hepatitis C es una enfermedad que afecta a entre un 2-3% de la población general, lo que supone alrededor de unos 20.000 habitantes de Extremadura. Es actualmente una de las causas más frecuente de hepatitis crónica en todo el mundo, siendo la principal causa de muerte por cirrosis y cáncer hepático. Una persona con hepatitis C puede estar hasta 20 años sin desarrollar ningún síntoma. Esta característica puede ser, en parte, responsable del gran desconocimiento que se tiene sobre esta enfermedad. Este es uno de los principales problemas que plantea la hepatitis C, que no da síntomas, por lo que se diagnostica tarde. El único signo que puede denotar que alguien la padece es el cansancio, pero es algo tan subjetivo, que no se suele atribuir a la enfermedad. Esta situación hace que sólo un 25% de los casos de hepatitis C estén diagnosticados y que mucha gente desconozca que la padece.

Las ideas erróneas que tienen la población general sobre esta enfermedad se relacionan tanto con las vías de transmisión como con su diagnóstico y tratamiento. En la encuesta se cita como la principal medida para evitar el contagio la utilización de preservativos, cuando la hepatitis C, a diferencia de lo que ocurre con el sida y la hepatitis B, muy raramente se detecta en el semen o en los fluidos vaginales. El modo de contagio habitual de la hepatitis C es por contacto con sangre: en transfusiones sanguíneas realizadas antes de 1990 (hasta entonces no existían tests de detección del virus), pinchazos, inyecciones intravenosas con material contaminado. En un tercio de los pacientes infectados por la hepatitis C se desconoce la forma de contagio.

Otra de las confusiones es que tan sólo un 42% de los encuestados conoce que este virus se detecta con un análisis de sangre y un 46% no sabría a qué especialista acudir. Ya que la enfermedad inicialmente cursa sin síntomas, se suele descubrir cuando el médico de cabecera realiza un análisis de rutina. La forma más frecuente de diagnosticar la hepatitis por virus C es a partir de un aumento de las transaminasas, enzimas que están en el hígado, y que puede determinarse en cualquier análisis de sangre. Posteriormente se confirmará la presencia del virus con una prueba que está al alcance de cualquier médico.

Por último, el 40% de los encuestados piensa que es una enfermedad que no tiene cura. Además el 37% cree erróneamente que existe una vacuna disponible para prevenir la enfermedad. En la actualidad existen pocos avances en los estudios para desarrollar una vacuna contra el virus C. No todos los pacientes con hepatitis crónica C precisan tratamiento y en otros existen contraindicaciones para el mismo. En la actualidad, el tratamiento con la combinación de dos fármacos (interferón pegilado y ribavirina) permite la curación en un 60% de los pacientes. En algunos grupos especiales, como los infectados por un determinado tipo de virus, los pacientes menores de 40 años y en las mujeres, los resultados satisfactorios pueden ser hasta del 80%.

La hepatitis C se la conoce como la epidemia silenciosa. Una vez adquirida la infección, la mayoría de los pacientes evolucionarán hacia una hepatitis crónica, que suele mantenerse estable pero sin que exista mejoría espontánea. En aproximadamente el 20% de los casos, a los 15-20 años del diagnóstico, la lesión hepática progresa hacia la cirrosis hepática. En la fase de cirrosis, bastantes años después del diagnóstico, algunos pacientes pueden llegar a desarrollar un cáncer de hígado. Ante el desconocimiento mostrado por la población, parece necesario formar y concienciar a los ciudadanos sobre cómo se previene, cuáles son las vías de contagio, cómo se diagnostica y se trata la hepatitis C.

*Especialista de Aparato Digestivo

Hospital San Pedro de Alcántara.

Cáceres