Periodista

En un continente donde los embajadores acostumbran a presentar sus credenciales a los directores de los diarios más conservadores, lo novedoso es que hoy podamos hablar del caso Clarín de Buenos Aires.

Gracias a las incombustibles Abuelas de la Plaza de Mayo, se ha sabido que la editora del diario que pasa por ser el más importante en América Latina, Ernestina Herrera de Noble, podría haberse quedado con dos de esos chiquillos, hijos de desaparecidos políticos, arrancados del vientre de sus madres, con los que las dictaduras de Chile, Uruguay y Argentina premiaban a sus adeptos. Algo habrá quedado claro: las impunidades son un bien cada vez más difícil de conservar, como los hijos ajenos a los que se crió como propios.