La madrugada de ayer cerraba la pista de verano que durante tres meses ha venido funcionando en el recinto hípico de Cáceres. Ha sido una iniciativa polémica, más bien por las formas que por el fondo, que en general ha sido del agrado de los cacereños. Con ella el ayuntamiento ha logrado al menos un objetivo: hacer cumplir la ley antibotellón aprobada antes del verano por la Asamblea. Pero el escenario de cara a los próximos meses se nos antoja difícil para seguir aplicando dicha norma.

A principios de octubre comienza el curso universitario y con él regresan a la capital cacereña cientos de estudiantes. Por tanto, vuelve la movida y en estos momentos los jóvenes no consideran bien acondicionado el lugar establecido para hacer botellón . Y los adultos también se quejan de que apenas hay discotecas. Por ello, el ayuntamiento tiene ante sí la necesidad de dar respuesta a las demandas ciudadanas y a la vez que hacer cumplir la ley. Si el modelo del hípico ha funcionado, estúdiense fórmulas parecidas para el invierno y dótese a la ciudad de la infraestructura necesaria para ello. Políticos y hosteleros tienen en sus manos la solución a lo que la sociedad cacereña está demandando.