WEwl presidente George Bush crea un nuevo frente de tensión. Ha firmado con la India un tratado de cooperación en materia de desarrollo nuclear, pero ha excluido la posibilidad de materializar otro similar con Pakistán, país musulmán enfrentado a la India desde hace casi 60 años y potencia atómica desde 1998. Bush rompe así con el trato preferente dispensado por Estados Unidos a Pakistán desde hace cuatro décadas, y extiende a la región la peligrosa hipocresía nuclear puesta en práctica con Israel, que dispone sin problemas de un arsenal nuclear, e Irán, al que quiere impedir que lo tenga.

Un trato tan desigual obedece al convencimiento de la Casa Blanca de que se pueden asumir riesgos nucleares si responden a la estrategia general de contención del islamismo radical, y si aseguran nuevos aliados en las grandes rutas del petróleo y del gas de Asia central. Pero en el caso de la India, más que en ningún otro, esta doctrina es tan discutible como arriesgada, porque este país tiene la tercera comunidad musulmana más importante del mundo, agitada por grupos fundamentalistas que operan desde Pakistán. Todo lo necesario para un recalentamiento del viejo conflicto indio-paquistaní en Cachemira está servido.