WLw a cuota media de las hipotecas más contratadas los últimos años se ha encarecido hasta el 18% entre junio del 2005 y el mismo mes del 2006. La cifra no se corresponde, si de lejos, ni con la tendencia de la inflación española ni con los aumentos salariales del último año, porque ambas siguen por debajo del 4% interanual. Las familias españolas asalariadas --la mayoría, nuevos hogares con disposición a tener descendencia-- habrán de destinar una mayor parte de su sueldo a la vivienda.

El cómo se ha llegado a esta brecha progresiva entre el precio de los pisos, la cuota de amortización de la hipoteca y la capacidad adquisitiva de las familias va a provocar --mucho más en España que en el resto de la Unión Europea de los Quince-- un debate sobre los efectos de los tipos de interés del euro y su adecuación a las necesidades de crecimiento de los países. Luego hay que ver si esa elección se hace a costa de las economías domésticas (que consuman menos o que paguen más por sus créditos).

Las hipotecas más caras son consecuencia de la política monetaria del Banco Central Europeo, que fija los tipos de interés básicos entre los países que comparten el euro, teniendo en cuenta, sobre todo, el necesario crecimiento económico de Francia y Alemania. Poco importa el efecto de esas decisiones sobre el anómalo mercado hipotecario español: la firma de pólizas a muy largo plazo con la revisión de cuotas según las oscilaciones, frecuentes, del tipo europeo.

¿A quién hay que reclamar por esta nueva losa sobre los presupuestos familiares? Sería injusto dirigir la protesta contra las administraciones: mientras el ciclo ha sido favorable, promotores, compradores y financieros no han reclamado la regulación. Los socialistas, hoy, como el PP ayer, no han hecho, cuando se debía, política de vivienda. Y ahora aparecen los lamentos.

El dinero barato en España, con tipos tan bajos que estaban muy cerca de la inflación, se ha acabado, y todo parece indicar que por bastante tiempo. Y no hay mucho consuelo ante este panorama: es una mala noticia para quienes tienen una hipoteca viva, sobre todo si la han suscrito en los últimos años y con un plazo cada vez más prolongado, cuando todavía el alza de los tipos de interés no se adivinaba en el horizonte y muy pocos compradores tuvieron la precaución de suscribir créditos a tipo fijo o asegurando el riesgo de que se encarecieran en el futuro.

Y tampoco hay consuelo para quienes no han firmado el crédito porque el continuo aumento del precio de las casas, y por tanto, del dinero que se necesita para adquirir una, no evita la certeza de que es mejor estar pagando un préstamo que tener que pagarlo en el futuro. El hecho de que en Extremadura, y aun con los precios más baratos de España, el esfuerzo para comprar una determinada casa ha aumentado un 73% en un año --al repercutir el incremento de la cuota mensual y del precio de la misma en los últimos 12 meses-- es indicativo de que el futuro será peor que el presente.