Era previsible que el tema de la especulación inmobiliaria acabara como lo está haciendo: con el agobio de tanta gente, joven y no tan joven. Los distintos gobiernos se han dedicado durante 15 años a mirar para otro lado mientras el atraco inmobiliario tenía lugar, y solo contemplaban sus impuestos del 7% sobre el precio de la vivienda en cuestión. Mientras tanto, bancos, constructoras, promotores y agentes de la propiedad inmobiliaria (API) se ponían literalmente las botas y se forraban a costa del españolito medio, a quien incluso se acusaba de no querer vivir de alquiler, sin tener en cuenta que los alquileres han alcanzado unos precios desaforados y muy acordes con los de la gran especulación inmobiliaria. Los pisos han multiplicado sus precios sin que los sueldos reflejaran semejante encarecimiento. Lo mismo ha pasado con los alquileres: no es raro que se hable de 700 y 800 euros al mes por alquilar un piso pequeño. Estos precios aún suben más en las grandes ciudades. Por otro lado, a quienes critican que la gente se lanzara a firmar hipotecas de 30 y 40 años hay que recordarles que la vivienda es un bien, equiparable a la sanidad y la educación, y si se firmaron dichas hipotecas quizá fue porque no quedaba más remedio. Parece que el Gobierno actual quiere buscar soluciones a lo que se veía venir. La banca no dejará de aumentar sus beneficios, y difícilmente bajarán los precios si la demanda continúa en aumento. Veremos cuáles son las soluciones taumatúrgicas en un momento en el que, si continúan en alza los intereses bancarios, no se podrá hacer frente a los pagos hipotecarios, a no ser que se alarguen hasta más allá de una vida.

José Ramón Losada **

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