En el crepúsculo de cada día, los recuerdos de la historia se apoderan de mi mente. Entre el estruendo de las bombas, las noticias de sangre y muerte aparece la bella Mesopotamia, cuna de tantas civilizaciones y escenario de mil guerras, pregonando: La historia se repite . En aquellas fértiles tierras, bañadas por el Tigris y el Eúfrates, bello jardín, edén y paraíso, se cultivan las palmeras, la higuera, la uva, los naranjos y limoneros desde los tiempos más remotos. Sus habitantes creían en los malos espíritus, sueños, el poder de los talismanes, amuletos y en la influencia de los astros en los hombres. Ellos fueron los primeros portadores de la escritura. En su literatura sobresale la epopeya de Gilgamesh considerado el documento más antiguo sobre el diluvio. Sus sabios hicieron el calendario de 12 meses, el mes de 4 semanas, el día de 24 horas, la hora de 60 minutos y los minutos de 60 segundos. En la ribera de sus grandes ríos se edificaron las primeras ciudades del mundo: Ur, Uruk, Lagash, Umma, Ninive y la gran Babilonia con sus palacios y jardines colgantes. A todos nos suenan la Torre de Babel y muchas historias, como las deportaciones de los judíos, Daniel y la misteriosa escritura en la famosa cena del rey Baltasar.

Aquellas ciudades y aquellos tiranos han dado paso a otras ciudades y otros tiranos. En el futuro serán Basora, Bagdag, Mosul, Nasinya y otras las que nos hablarán de Bush y Sadam.