TSte aproxima el final de un año y los medios nos regalan los pantallazos, los autorretratos de personajes y personajillos que quieren protagonizar la vida española. Unos para liberarla desde los infiernos en los que ha caído, criticando a todos los políticos, pero jugando a ser políticos, prometiendo hacer imposible lo posible. Porque el lema, muy estudiado por las redes sociales, no es otro que el convencer a todos de que la política tiene el gran defecto de ser practicada por los políticos, por otros políticos, los de la casta, a los que curiosamente cada vez se empiezan a parecer más, por eso de los desmentidos, de rectificar las declaraciones de bienes, de asemejarse a regímenes por el color, y no por la razón.

Al hilo de esto, a escena también han aparecido esos personajes, que con sus móviles y redes sociales han puesto al trasiego todos servicios de espionajes y de influencias, que tiene mucho más que ver, con la picaresca del que pensaba lucrarse de esas supuestas influencias, de quién actuando como pillo los ha engañado a todos, lamentable.

Y ahora a fuerza de esos titulares, y observando como muchos otros ciudadanos de este país, los que día a día trabajan por una nómina, aquellos que realmente cambian las cosas, una no tiene por menos que pensar acerca de esa especie de salva patrias o personajes de novela quijotesca. Y que no debieran pasar más allá de un comentario en una tertulia de tinte jocosa.

Ni por muchas redes sociales que antepongan el camino de la omnipresencia son capaces de hacernos comprender que algunos de estos tipos tengan algo que aportar. Ya lo decía el pensador, la experiencia es un billete de lotería ganador que uno se encuentra el día después, y aquí parece que la experiencia a lo más que se ha demostrado es a palabrería, mucha demagogia en tertulias y muchos mensajes, que desde luego no transforma sociedad, sino la malean, hacia una u otro lado.

XFRANCAMENTEx a veces tengo la sensación observando tanto salvador de patria que esa pantalla, la de la tele, que los dibuja como grandes hombres o mujeres, se ha vuelto tan educativa, que como definiera el genio de la comedia, G. Marx , que cada vez que alguien la ve, se retiraba a la otra habitación y leía un libro. Realmente, en ocasiones, resultan altamente desproporcionado lo que dicen y cuentan, como si todo lo que hay, lo que hemos construido sólo pudiera sobrevivir a costa de los nuevos líderes de papel, que la mayor de las experiencias consiste en haber confiado su suerte a las redes sociales. Pero las instituciones y las vidas de las gentes son algo más que gestionar palabras, son, esencialmente, gestionar formas y modelos de vida de una sociedad que se debate entre servirse a sí misma, o seguir sirviendo a los mismos. A aquellos que se configuran como líderes porque así son instaurados. Como bien definía la gran pensadora María Zambrano : la historia la hacían solamente unos cuantos, y los demás sólo la padecían.

Como bien dice el refranero español Dios los cría y ellos se juntan, resulta patético ver a muchos de estos personajes protagonizar las noticias de día a día, con mensajes tan ruines, que resultan hasta insultante llamarles quijotes. No sé si a veces esta sociedad ha madurado lo suficiente para no sentirse engañada, sino estafada por este grupo de listillos que pretende dar lecciones. Lo que más empieza a extrañar es el hecho de que la parrilla televisiva les haya casi blindado, un espacio que se les ha puesto en escena para que puedan decir todas las chorradas, perdón por la expresión, que se les ocurra.

Hay que tomárselo todo esto en tono ciertamente irónico, a pesar de todo, pues estamos ya en las fechas en las que estamos, y cuando se recobran esas frases de buena intencionalidad, quizás, estos personajes de las parrillas mediáticas televisivas de verdad sean como los duendecillos que nos visitan todos los años para las entrañables navidades, si no fuera porque algunos quieren permanecer después de la fiestas.

Leía el otro día uno de esos relatos de los hermanos Grimm , famosos por sus cuentos, en los que siempre había mucha imaginación, fantasía, y buenos intencionados. Pero resulta decepcionante mirar a estos tipos de ver en ellos a alguien que de verdad represente esa buena intencionalidad, a no ser que sea para sacar a la luz cosas rocambolescas, que por increíble son poco creíbles, y todo ello bajo la connivencia y complicidad de medios de comunicación que a veces no contrastan las informaciones, sencillamente, porque no interesa.