Numerosos participantes en la reciente Conferencia Madrid+15, celebrada en la capital española para abordar el conflicto de Oriente Medio, criticaron duramente la Hoja de Ruta, a la cual dedicaron epítetos como caduca , desbordada por el tiempo e inservible , entre otros. En realidad le estaban extendiendo un certificado de defunción. Javier Solana salió en su justa defensa, manifestando que "todos los componentes necesarios para obtener la paz estable en la región se encuentran incluidos en la Hoja de Ruta".

La anunciada muerte, pues, de la Hoja de Ruta, era prematura, y aquellos que tanto desean acudir a su entierro tendrán que esperar. La Hoja de Ruta sigue vigente y válida, o, en palabras de Condoleezza Rice , en declaraciones efectuadas en Ramala el pasado 14 de enero, es "reconocida internacionalmente como la guía para obtener una solución basada en los dos estados: el de Israel y el palestino".

Aquellos que proponen reinventar el proceso de paz, que buscan incesante --e innecesariamente-- nuevas fórmulas globales, que tratan de reorientar el proceso a una solución regional comprensiva (incluyendo a Siria --y hay hasta quienes dicen que a Irán e Irak también--) parecerían ser poco sensibles a la dinámica negativa con respecto a Israel que se desarrolla en dichos marcos internacionales. Por lo general, en estos foros suele predominar el mínimo común denominador, que es la injusta crítica al Estado hebreo.

XTANTO LAx paz con Egipto (1979) como la paz con Jordania (1994) se lograron a través de negociaciones directas, bilaterales, con un componente trilateral, contando con los buenos servicios de Estados Unidos, que gozan de la confianza de las partes y ejercen la necesaria influencia sobre los actores principales.

La redacción de la Hoja de Ruta y su consiguiente aprobación implicó una ardua tarea diplomática que cristalizó en diciembre del 2002, después de la propuesta del presidente George Bush , planteada en junio del mismo año, de "la visión de los dos estados" --Israel y Palestina--.

Al analizar la Hoja de Ruta, y antes de acudir a su velorio, es imprescindible compenetrarse con los principios de gradualidad, progresividad y mecanismos de verificación que la rigen, además de proporcionar el adecuado horizonte político a las legítimas aspiraciones palestinas. El propio título de este documento fundamental lo dice casi todo: "Hoja de Ruta basada en el cumplimiento recíproco (performance-based en el original inglés) para una solución permanente de dos estados del conflicto israelí-palestino".

Tres fases quedan claramente delineadas en la Hoja de Ruta. Y en las tres, el mecanismo de cumplimiento recíproco se constituye en válvula de verificación. Todos los compromisos y concesiones contraídos por las partes deben ser cumplidos gradualmente, fase por fase: sin atajos ni desvíos.

Uno de los requisitos fundamentales de esa primera fase lo hallamos en el subcapítulo de Seguridad: "Los palestinos declaran poner fin a la violencia y al terrorismo y asumen realizar los máximos esfuerzos sobre el terreno para detener, evitar y contener a individuos y grupos que ejecutan y planean actos violentos contra israelís, dondequiera que sea".

Existen también, por supuesto, una serie de obligaciones que Israel debe asumir en directa referencia a asentamientos, retroceso de tropas, aspectos humanitarios y económicos de la sociedad palestina.

Nuestro compromiso con la Hoja de Ruta es firme e ineludible, y así ha sido reiterado por el primer ministro Ehud Olmert al declarar que "la Hoja de Ruta será la base del proceso de paz, sin que exista sustituto alguno a ella para las negociaciones bilaterales con los palestinos" (Jerusalén, 15 de enero del 2007). ¿Difícil? Sí. ¿Imposible? ¡No!

No hay en la Hoja de Ruta fórmulas mágicas ni soluciones instantáneas ni planes minuciosamente detallados, pero sí se establecen los mecanismos adecuados (incluyendo una conferencia internacional, aunque en la fase tercera --y final-- de las negociaciones bilaterales) para avanzar en el tortuoso conflicto.

Si se llegara a formar un Gobierno de coalición palestino en el cual Hamás aceptara las tres condiciones sine qua non impuestas por la comunidad internacional (reconocer al Estado de Israel, renunciar al terrorismo y aceptar los acuerdos firmados entre la Autoridad Palestina e Israel), podríamos retornar a la vía del diálogo, comenzar a recorrer juntos la ruta señalada, hasta llegar a su frase final, que reza así: "(...) realizar la visión de dos estados, el de Israel y el de Palestina, viviendo uno al lado del otro en paz y seguridad".

*Embajador de Israel en España